miércoles, 9 de abril de 2014

EL PERRO DEL CIRUJA


Amanece lentamente 
Tras una gélida noche 
Solo el ruido de algún coche 
Sacude el silencioso ambiente 
Comienza a surcar la gente 
Rumbo a sus ocupaciones 
Desde los muchos rincones 
Los perros se desperezan 
Y los rayos del sol empiezan 
A iluminar los balcones

Poco a poco cada esquina 
Con su ritmo cobra vida 
Entre apuros y corridas 
Y estridencia de bocinas 
Viajan almas sumergidas
En su mundo de rutina 
Solamente hay un umbral 
A donde el sol no ha llegado,
Entre diarios cobijado 
Y al lado de un animal 
Yace el cuerpo congelado 
De un indigente social

Muchas horas pasarán 
Antes de que el indiferente 
Peregrinar de la gente
Se percate de que allí están 
Un cadáver y su can 
Que apostado a su costado
Parece que hubiera velado 
El sueño de su patrón
Con la misma devoción
Que en vida lo ha acompañado Su cuerpo flaco encrespado
Como diciendo a la gente 
Que de su amo solamente Muerto será separado

La Policía ha llegado
Y ha intentado vanamente
Sortear la hilera de dientes 
Que se interpone a su paso 
Si pareciera que acaso 
El famélico animal 
Intentara en el final 
De su desgraciado amigo
Una bala policial
Que terminara consigo.

Finalmente doblegaron 
Al can, sin hacerle daño 
Y hubo un sentimiento extraño
En quienes lo dominaron 
Quizás hasta se avergonzaron
De sentir que el perro aquel
Era mas noble y mas fiel 
De lo que jamás pensaron 
Pues solo cuando rezaron 
Un responso por su alma
El perro encontró la calma
Y sólo así se lo llevaron

La sombra empieza a ganar 
Lo alto de las cornisas 
Vuelve el sonido y la prisa 
Para llegar al hogar
Comienzan a regresar
A sus mundos y a sus vidas, 
La ciudad se duerme erguida
Cual grotesco monumento
Y la noche , en un momento,
Se adueña de la partida

Y en el centro, hay un umbral 
Cubierto por unos diarios 
Que es testigo del calvario 
De un indigente social 
Pero al fin… todo da igual 
La noche sigue avanzando 
Y todo se va olvidando 
Con el ansiado reposo 
Solo aquel perro sarnoso Sigue como un escudero 
Custodiando aquel agujero 
Cual si esperara a su amigo Mientras la noche es testigo 
De su aullido lastimero

Del libro El duende interior.
Poemas de Mario 
Libros en red


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