SED

Tengo sed de antigüos besos 
sed de una dulce mirada 
y de una mano apoyada 
sobre mi afiebrada frente.
Tengo sed de aquel presente
que hoy parece tan lejano.
Tengo sed, pero es en vano 
sin el agua de su fuente
que se escurrió de repente
de los dedos de mi mano.

Tengo sed de aquel amor,
que una vez cambió mi vida.
Sed de sanar esta herida, 
de arrullarme en su calor.
Era su amor una flor,
que en mi germinaba pura
más, mi sentir fue basura,
que no supo valorarla
y acabo por lastimarla,
aunque la amé con locura.

Y acuciado de esta sed, 
sigo camino a la muerte
sin renegar de esta surte 
que yo mismo me busqué.
Qué importa cuánto la amé,
solo importa que la pierdo
y vivirá en mi recuerdo, 
como otro sueño castrado
porque al fin nada he intentado,
para llegar a un acuerdo.

Y esta sed que me tortura
Y me mata de ansiedad
es la única verdad
que de nuestro amor perdura.
Yo deseché la ternura
que su alma me ofrecía
y si no llego a ser mía
hubo un motivo y razón
ella buscó un corazón
que en mi pecho no existía.

Amarla fue una osadía
sin tener capacidad
para pagar con bondad
el amor que me ofrecía.
Nunca en realidad fue mía
porque aun cuando lo intentó
su amor nunca atravesó
el muro del alma mía
y de intentarlo un buen día
su alma buena se cansó.

Al fin, se olvido de mí
y yo no me olvide de ella
y busco en esta botella
esa vida que perdí.
Y por eso sigo aquí
entre copas recordando
con mis dedos dibujando
su rostro en el mostrador
con esta sed de su amor
que a poco me va matando.

Tengo sed y que más da
si el alcohol me está matando
si con ello voy logrando
escapar a la verdad.
Si perdí mi dignidad
y abrazado a la botella
voy persiguiendo una estrella
que hace tiempo se apagó.
Al fin mi vida acabo
el día que la perdí a ella.

Y sediento de su amor
vencido por el fracaso
voy dejando en cada vaso
mi integridad y mi honor.
Mientras me miente el licor
La miel de su compañía
voy siguiendo la agonía
de los ebrios desahuciados
que al mostrador acodados
van muriendo día a día.