Las sirenas rasgaban el silencio existente
agoreros aullidos presagio de una muerte.
Escucho desde dentro la frenada estridente
los violentos portazos, el grito de un agente
y sin perder la calma, salió a enfrentar su suerte.
Levantó hacia ese cielo su mirada cansada
murmurando -Dios mío, perdona si he pecado-.
Gritó,-¡viva la patria!- y sin bajar la mirada
recibió con su pecho, la cobarde andanada
y regó con su sangre su suelo tan amado.
Realzaban las noticias el valor de un agente
que enfrentó con coraje a un terrorista armado
y entre temor y dudas fue aceptando la gente
las mentiras vertidas sobre un hombre valiente
porque así lo imponía el terrorismo de estado.
Y ha pasado la vida y los años pasaron
y en este país libre y carente de memoria.
Unos no habían nacido, otros ya lo olvidaron
otros solo conocen lo que les enseñaron
y solo ven los héroes de sus libros de historia.
Trece años de lucha, tristeza y resistencia
y de tantos valientes que ofrendaron su vida
detrás de un ideal de paz e independencia.
Cadáveres anónimos, que legaron la esencia
de esta libertad de hoy, por todos compartida
Por eso cuando el himno, alza su voz al cielo
y se mece en la brisa el augusto pabellón,
recuerda cuanta muerte le ha costado a este suelo.
La libertad que hoy gozas la debes al anhelo
que dieron a tu patria su sangre y convicción.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario